Durante este tiempo (independientemente de la salud) el efecto que este virus ha tenido en la humanidad, se ha visto reflejado en varios aspectos de lo que implica estar viv@.
Habían pasado muchas generaciones desde que no se presentaba un fenómeno tal que moviera colectivamente el valor y sentido de la vida. Lo anterior, debido al exceso de información que existe sobre el tema, así como las medidas aplicadas por el gobierno; la sociedad misma y las repercusiones a nivel empresarial, que evidentemente llegaron a la base de la pirámide…al núcleo de cada individuo.Iniciemos por la parte básica de la adaptación al inicio de la pandemia… ¿Cuándo se imaginó que un abrazo o beso podría ser letal?, ¿El regreso del gel antibacterial?, ¿Uso obligatorio del cubrebocas en espacios cerrados? ¿Permanecer 9 meses por home office? .... todo ello implicó un proceso de transición de manera radical, en donde el cambio de la rutina y confort durante los primeros días tuvo sus repercusiones. Las amas de casa se vieron saturadas en sus actividades, los maestros se vieron excedidos en contemplar nuevas herramientas de tecnología, los padres se vieron forzados a convivir con sus hijos por más de 8 hrs a la semana y podría continuar describiendo los cambios, pero la realidad que se conocía, ya no existe, ni existirá más. Las cosas sucedieron tan precipitadamente que poco a poco la humanidad comenzó a caer en una rueda andando, llena de perdidas, incertidumbre y aprendizajes en búsqueda de la supervivencia.
Abraham Maslow habló de la pirámide de las necesidades del ser humano, en donde indicaba que la base correspondía a sus necesidades fisiológicas como lo es: comer, dormir y la punta de ella, la autosuperación personal, logrando llegar a ella; teniendo los escalones antecesores. Por lo tanto, si los dos primeros escalones fisiológicos y la seguridad se ven afectadas, estas contribuirán en los posteriores eslabones.Por lo tanto durante esta etapa de transición, las medidas de seguridad como el distanciamiento social se ven directamente implicadas dentro del nuevo orden social. Por salud, es requerido guardar cierta distancia entre las personas para cualquier motivo. El exceso de comunicación en los medios altera la conducta de la persona creando: pensamientos obsesivos, alteraciones del sueño como insomnio, hiper vigilancia, paranoia, así como el desarrollo de trastornos mentales. Por supuesto viene acompañado de cambios en el estado de ánimo y conducta, siendo frecuentes, la ansiedad, tristeza, ira, miedo, por mencionar algunos ejemplos.
Desde el momento en que alguien se entera que estuvo cerca de una persona que presentó los síntomas, la cantidad de pensamientos que giran alrededor de dicha posibilidad sin duda son inquietantes. Probablemente algunos se preguntarían ¿Cómo fue?, ¿Si algún familiar querido llega a estar contagiado?, ¿Por qué a mí?, envolviéndose en una brutalidad de eventos posibles sobre lo que sucedería al respecto en caso de ser diagnosticado con dicho virus. Dependiendo de cada caso, se puede optar por una postura al negar que se pueda ser candidato al contagio, elaborando distintas justificaciones y defensas para eliminar cualquier posibilidad.Nuevamente el tiempo de espera se hace notar, así como comentarios que acompañan deseos fantasiosos que eviten hacer contacto con la situación. Al recibir el resultado, se puede sentir el miedo, vulnerabilidad, creencias, luz y oscuridad a flor de piel, todo al mismo tiempo. Al ser recibido el diagnostico por parte de un profesional de la salud, cada ser humano conoce una parte instintiva propia sobre su accionar a la situación, posiblemente vean el lado bueno de las cosas, otro la tragedia, la negatividad e incluso la desilusión, lo cierto es que es Positivo a Covid. El evento como tal, es neutral…si es así, entonces ¿qué genera el cambio en el estado de ánimo, alimentación y el pronóstico de recuperación de una persona?
La respuesta es sencilla y en ocasiones complicada, depende de la salud del individuo, con ello me refiero a la manera en que cultiva el tipo de pensamientos que tiene, la manera en la que alimenta su cuerpo, la atención que tiene para cuestionar creencias y conductas en su actuar. En resumen, la salud mental, física y espiritual que tiene consigo mismo y los demás.Dependiendo de los síntomas, la persona puede percibirlos de manera aislada o juntos al mismo tiempo. Si bien es cierto que se requieren de ciertas medidas higiénicas para atravesarlo, además de las cuestiones físicas; también son indispensables las mentales, incluyendo el acercamiento social emocional por los medios que correspondan, sin estar uno separado con el otro.
Conforme avanzan los días, se pueden ir enfatizando algunas cosas, pero lo cierto es que dependiendo de ¿en dónde se pone la atención?, ¿en lo malo que es? o ¿en la intimidad y profundidad que se tiene de manera personal?Dentro de los múltiples aprendizajes que tiene dicha situación se valoran y agradecen cosas que anteriormente se pudieron haber dado por sentado, por ejemplo, sentir la respiración de forma consciente que entra al cuerpo por las fosas nasales, o bien el sabor y olor de todo lo que existe alrededor, o el caminar de manera libre sin el uso de un cubre bocas y qué decir de sentir el abrazo de algún ser querido, momentos que podrían carecer de valor pero que ahora su significado y valor emocional son irremplazables.
Todas las situaciones durante el proceso muestran aprendizajes para reiniciar desde dónde sea que te encuentres, para ver la realidad de la vida en la que te encuentras y poder hacer una diferencia, todo es cuestión de perspectiva.