Paul Ekman definió seis emociones básicas: Miedo, Alegría, Tristeza, Enojo, Asco y Sorpresa. Además, te comparto una que es muy común y se le presta muy poca atención: la Angustia.
El cuerpo emocional es una especie de semáforo que nos indica o nos alerta sobre ciertos aspectos a tomar en cuenta, la emoción trae consigo un mensaje que viene a decirte que algo es importante de atender en ese momento, por ejemplo, el asco nos ayuda a no comer alimentos caducos, el miedo nos protege frente a estímulos que pueden ser dañinos para sobrevivir, también nos dice "esto, ya lo has vivido, la experiencia no fue grata, sigue avanzando y hazlo con precaución", la tristeza nos avisa del dolor y nos pide tener un espacio de calma y encuentro personal, vivir lo necesario y soltar, el enojo nos habla de los límites, revísalos ¿pones demasiados límites?, ¿no pones límites?, ¿sabes decir "no"?, ¿cómo te sientes cuando recibes un "no" por respuesta?. La angustia nos señala la falta de certezas, otros autores la señalan como un recordatorio de nuestra finitud, pero también nos dice: "no estás siendo tú, deja de actuar esas máscaras, di lo que verdaderamente piensas o sientes".
Si identificamos y reconocemos las emociones poniéndoles el nombre que les corresponde, podremos hacer buen uso de ellas y saber cómo actuar con los demás y con nosotros mismos. Las emociones nos señalan uno de tantos caminos al autodescubrimiento. Si les hacemos caso estaremos más cerca de saber cuándo poner una pausa y también ¿por qué no?, tomar una sana distancia y darnos un tiempo con nosotros mismos, respirar, realizar una actividad que nos ayude a reflexionar o frenar los impulsos, meditar, practicar técnicas de relajación, no ponernos en riesgo, etc. Si el miedo o la angustia te llevan a pensar en escenarios catastróficos o desalentadores, te sugiero te detengas a agradecer durante quince minutos lo que tienes en este momento, la gratitud expande la consciencia del aquí y ahora, te ayuda a centrarte en la realidad, a frenar pensamientos no racionales y a valorar lo que te rodea. Hoy ¿tienes salud?, ¿estás con tu familia? ¿tienes dónde dormir, qué comer, trabajo, tu familia está a salvo? Agradece. La convivencia social mejorará en la medida en que identificamos cómo nos sentimos y lo comunicamos, también nos volverá más empáticos permitiendo que los demás se expresen, así, reduciremos los factores de riesgo y evitaremos llegar al pánico, la ansiedad o la depresión.
Toda emoción perturbadora es una distracción y no puedes poner atención para nada, gestiona tus dramas, dándote un tiempo fuera, aprender a manejar la frustración y la equivocación es lo importante pues, las emociones, no dejarán de suceder. Observa siempre, escúchate, date cuenta de lo que necesitas, abraza tus emociones, recibe sus mensajes y actúa asertivamente. La atención es la base del aprendizaje, cuanto más puedas concentrarte mejor, aprenderás autogestión y a templar tus sentidos para mejorar la toma de decisiones.
Siempre existe una oportunidad para aprender de ti mismo/a y de los demás.