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La Organización Mundial de la Salud reporta que en todos los países, incluida la región de América Latina y el Caribe, hay una elevada incidencia de la enfermedad crónica con tendencia a seguir en aumento. Pero, no solo se tienen más personas enfermas, sino que estas viven por más tiempo. Asimismo es mundialmente aceptado que la sexualidad es un derecho humano y una parte fundamental de la salud, además de ser un componente de la calidad de vida. Es por ello que abordar, escribir y hablar de este tema es importante para no invisibilizar a las personas que desean mantener vivo el ejercicio de la sexualidad.
Las enfermedades crónicas con frecuencia se asocian a disfunciones sexuales y por supuesto, no es casualidad, no sólo desde el punto de vista médico, anatómico, fisiológico y/o secundario a una anomalía indirecta de la respuesta sexual humana, sino porque en la vivencia de la sexualidad también influyen factores psicológicos. La enfermedad está asociada a thanatos (instinto de muerte) y eros (instinto de vida) que posibilita las relaciones sexuales como placenteras y generadoras de nueva vida, está profundamente ligado al deseo, a la conservación de la vida y la salud. Eros y thanatos NO coexisten.
Los factores físicos incluyen los derivados de la propia enfermedad (cáncer, diabetes, etc.) y el manejo terapéutico empleado ya sea quirúrgico (mastectomía, orquiectomía, etc.) o farmacológico (antidepresivos, antihipertensivos, etc.). Entre los factores psicológicos secundarios pueden aparecer problemas de autoestima, ansiedad, y depresión asociada a la propia enfermedad. Los factores orgánicos no ejercen los mismos efectos sobre la respuesta sexual; hay que tener en cuenta las diferencias individuales, ya que un mismo proceso físico puede ejercer efectos completamente distintos sobre diferentes personas en función de su personalidad, historia sexual, sexualidad previa, etc. En general, las enfermedades crónicas tienden a alterar las fases de deseo y excitación sexual.
Algunas enfermedades producen pérdida del interés sexual en etapas tempranas (diabetes, cardiopatía isquémica, etc.); por el contrario, otras patologías (tuberculosis, etc.) conservan la libido hasta etapas avanzadas de la enfermedad. En ocasiones, las enfermedades son utilizadas para poner fin a una sexualidad no satisfactoria y mantenida por obligación. Aunque una parte significativa de los enfermos crónicos presenta algún tipo de disfunción sexual, la mayoría de las personas que los atienden no plantean, abiertamente, este problema. Por tanto, es importante que el profesional de la salud y la persona enferma tengan en cuenta estas consideraciones para prestar y recibir una atención integral.
Recuerda que:
1.-Individuo significa no-dividido, una esfera de nuestra vida (física, emocional, mental, sexual o espiritual) que se vea afectada, necesariamente afectará a otras, pues están profundamente relacionadas. Esto aplica también para la salud.
2.-El bienestar sexual es una experiencia personal y subjetiva de la sexualidad que depende de creencias y valores personales y sociales.
4.-La intimidad sexual es una manera importante de comunicarse con la pareja.
5.-La satisfacción sexual depende de muchos otros factores además de mantener relaciones sexuales.Mayra A. Pérez Ambriz. Médica Sexóloga Clínica.
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- A.D (2009) Eros y Thanatos. La Estrella de Iquique. Blog disponible en: http://www.estrellaiquique.cl/prontus4_nots/site/artic/20090831/pags/20090831001019.html
- Alonso, A. (2007) Sexualidad y enfermedades crónicas. Vol 5 Núm 1. Revista Internacional de Andrología.
- Mabel, G. y cols. (2013) Enfermedad crónica y sexualidad. Vol 31 Núm 2. Revista Investigación y Educación en Enfermería