"La salud es la riqueza real y no piezas de oro y plata"
Mahatma Gandhi
Pensando en distintas maneras de iniciar con el tema del día de hoy, me di a la tarea de recordar mis propias experiencias con respecto a ella. Podría parecer algo que damos por hecho. En ocasiones, cuando se pierde, tenemos la oportunidad de entender y valorar el gran poder sobre nuestras existencias, con una influencia directamente colectiva.
Efectivamente, estoy hablando de la salud. Antes de iniciar definiéndola, me gustaría compartir un poco acerca de ella, y para ello, te invito a mirar una parte de mi vida:
Siendo la hija mayor de tres hermanos, en una familia mexicana tradicional, sé que reconocí su papel en mi vida, a una edad muy temprana. Gracias a la salud, me permití abrir los ojos, rodear con mis brazos a mis padres y jugar con mi hermano. La salud fue la responsable de darme una nueva visión que me llevó más adelante, a descubrir una razón fundamental para aferrarme a la vida.
Reconozco, sin embargo, que la comencé a apreciar realmente en el momento en que la perdí: a la edad de casi 3 años rodeada de niños enfermos en un lugar desconocido, observaba la gran bendición y fortuna de tenerla. Era algo comentado por los adultos, estudiado por los médicos, cuidado por los enfermeros y pedido en las capillas. Para una niña de esa edad, simplemente era algo que existía pero que no podía ver, ni tocar, lo único real fue que un día, desapareció.
El concepto de salud que da a conocer la Organización Mundial de la Salud, desde 1947, es "un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades" (1).
Tomando en cuenta lo anterior, podría decir que con el tiempo, ese concepto se transformó y, aunque sigo adaptándolo, es algo que se manifiesta a partir de nuestros pensamientos, conductas, hábitos y además se elige todos los días como el acto de amor propio más fuerte, trabajando en absoluta incondicionalidad. Los seres humanos somos capaces de reincidir y a lo largo de nuestra existencia a medida que la perdemos, podemos descubrir también su verdadero valor. Mirar a la enfermedad desde los mensajes que nos deja para la vida, la vuelve una gran maestra para la transformación y el crecimiento.
En ocasiones, me he percatado del tiempo invertido en el cuerpo físico pero fue hasta el momento en que era complicado externar mis sentimientos que me dediqué a descubrir el mundo interno que vive en mí . Recordando la mitología griega, puedo referir que las personas, somos una caja de pandora, capaces de descubrir lo oculto y místico que vive dentro de nosotros y así, tocar la esperanza de un mejor mañana, a través de emprender nuestro propio camino hacia el autodescubrimiento.
Lorena Guadalupe Flores Verdad Ambriz Pasante de Licenciatura en Psicología Clínica
Citas
Citas al 5591308643 o al WhatsApp: 5516998106
Referencias