Soltería y sexualidad

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Según la RAE, la palabra soltero/a hace referencia a un estado civil donde se comprueba que nunca ha estado casado/a. Tomando en consideración los nuevos rumbos de la sociedad, desde la perspectiva legal, actualmente se reconocen sólo estos dos estados civiles, sin embargo, en general se podría decir que toda persona que no tiene un compromiso de relación con alguien más, se le considera soltero/a, llegándose a percibir, en algunos casos, que una persona soltera es alguien con buena autoestima, independiente y segura de sí misma, incluso que tienen mayores ingresos económicos y disfrutan de más cosas en la vida como paseos, viajes y espectáculos, por dar ejemplos.

Aunque, por otro lado, también está el estigma y la presión social de vivir y/o estar en pareja, sobre todo cuando se tocan temas relacionados a la vida sexual, pues se encuentra el mito de que la sexualidad sólo se vive en pareja, dejando de lado expresiones como el autoerotismo (masturbación), el erotismo per se y el placer.

En ese tenor, y dentro de la diversidad de expresiones eróticas, hay personas que prefieren y gustan de estar sin pareja, llegando a estar años sin la necesidad (o supuesta necesidad) de tener relaciones establecidas o etiquetadas y no por ello dejar de vivir su sexualidad de forma plena y satisfactoria, pues existen muchas opciones para que eso ocurra, considerando que si la soltería es una elección, el deseo sexual se mantiene vigente. Cada persona es única y vive, ejerce y desarrolla su sexualidad de la manera que puede de acuerdo a su capacidad, disposición, tendencia e impronta erótica.

Pueden existir diferentes tipos de relaciones que no precisamente implican un supuesto compromiso, aunque siempre deben existir los acuerdos previos. Los títulos de esas relaciones son variados y cada quien decide cómo titularse, los nombres van desde amigos con derechos o beneficios, amigovios, amiguitos, y así un largo etcétera.

En algunos casos es precisamente la presión social lo que genera la toma de decisiones arrebatada, o incluso obligada, de tener una pareja estable, generando emociones adversas como el miedo a estar solos o solas, olvidándose que la soltería también es una elección y un estado.

En ese terreno, las demandas sociales no son iguales a hombres y mujeres, ya que, por ejemplo, ellas viven con el estigma de que deben estar con hombre para estar protegidas, o bien que tienen un período de tiempo limitado y establecido, generalmente enfocado a la reproducción, para poder vivir libre y abiertamente su sexualidad.

En el caso de los hombres, uno de los estigmas radica en la incredulidad por parte del entorno social de poder mantenerse sin pareja (s) sexual (es) activa (s), en el caso de que decidan no tenerla, orillando también en muchas ocasiones a tomar decisiones con respecto a este tema por la presión social.

En resumen, la soltería puede ser una oportunidad para el desarrollo y crecimiento personal, de madurez e independencia, basado en el autoconocimiento. A su vez facilita la exploración de la sexualidad, desde diferentes ámbitos, en el propio cuerpo, conocer mejor los gustos y disgustos, además de aumentar las experiencias sexuales. Estar solo o sola no significa olvidarse de la vida sexual, ya que si se puede disfrutar en soledad, también se puede estar bien con los otros, la sexualidad no se acaba con la soledad. 

Sexólogo Jonathan Altamirano

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