La educación para la sexualidad puede darse en ámbitos escolares y no escolares, ésta puede ser formal y no formal. Aunque pueda parecer lógico que así fuera, en la escuela no siempre se lleva a cabo la educación formal de la sexualidad, la razón es sencilla, los y las maestras no suelen estar capacitadas en estos temas pues, ya tienen muchas funciones que atender además, lidiar con padres que entre sí manejan distintas ideas, mitos, falacias, a veces contrarios y hasta inflexibles, no se antoja divertido.
Por último, gracias a la guerra desatada por no saber quién tiene razón y a quien le toca abordar el tema, se suele delegar la responsabilidad de la escuela a la casa y viceversa, lo cierto es que todas/os somos co-responsables y tenemos la obligación de saber que la información que transmitimos no es suficiente, pues al educarse, la persona asimila y aprehende conocimientos de sus modelos inmediatos adquiriendo modos de ser de generaciones anteriores a través de una serie de habilidades y valores que producen cambios intelectuales, emocionales y sociales en el individuo.
En el caso de los jóvenes, la educación busca fomentar el proceso de estructuración del pensamiento y de las formas de expresión y, un par de clases o charlas no instalarán el proceso madurativo que además estimule la integración y se plasme en la convivencia grupal sino lo hace en la cotidianeidad de los eventos espontáneos que no dejan de suceder a su alrededor.
Denominamos -Educación Sexual Informal- a la que se da en forma no sistemática, como parte de la vida cotidiana y que generalmente no tiene propósitos conscientes pero también, aquella que no necesariamente, tiene una base científica o información basada en evidencia.
· La manera en que son aceptadas o reprobadas las primeras exploraciones corporales de niños y niñas en la familia son importantes para la educación para la sexualidad. Si existe en la familia vergüenza ante el propio cuerpo y nunca son nombrados los órganos sexuales, es poco probable que pueda formarse un sentimiento de aceptación del propio cuerpo y de las sensaciones que de él provienen, elementos indispensables para una plena salud sexual
En todos estos casos se está dando una educación para la sexualidad que transmite valores y actitudes negativas y que forma o deforma las percepciones que van teniendo los y las adolescentes con respecto al tema de las sexualidades, por supuesto, también en la informalidad se transmiten otros mensajes y existen diversos profesionales de la salud sexual formados en diferentes disciplinas, haciendo un esfuerzo al respecto en sus espacios de trabajo, escuelas y medios de comunicación. Sin embargo, para transformar esta educación es necesario una planeación con objetivos y actividades que sigan a propósitos específicos, así, la educación sexual podría contribuir al bienestar, la autonomía y el desarrollo de los individuos y por lo tanto es necesario que se involucren otros profesionales para que ésta sea oportuna, veraz, integral, laica, libre de mitos y perjuicios, ya que en esta medida actuara como preventiva de problemas posteriores y conducirá a la salud sexual.
Finalmente te cuento, que muchos adultos siguen centrando el interés por temas relacionados a la reproducción, sin embargo, aunque para los jóvenes este tema también es importante, existen muchos otros que les causan mayores inquietudes y también deben de atenderse:
La educación de la sexualidad para jóvenes surge de la necesidad de mejorar sus actitudes y las nuestras, llevándoles a conocer el verdadero significado de la libertad (capacidad de elegir tomando en cuenta todas y no sólo algunas de las posibilidades de las consecuencias por venir) y la responsabilidad (respuesta que se le da las elecciones que se toman al respecto de la información que reciben) a través de material elaborado para ellos y ellas, que busquen abordar aspectos que ya observan y viven en la vida cotidiana. Sí es posible hacer conciencia y llevar el aprendizaje a la experiencia de formas más amables y así dar lugar a una educación efectiva y no delegar esta última sólo a la adquisición de la información. Para ello, es igual de importante que las y los adultos responsables se involucren en fomentar y modelar el ejercicio de una sexualidad saludable, pues la salud, también es sexualmente transmisible.
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