Sexoservicio

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El trabajo sexual ya sea como una actividad de elección libre o forzada, se ejerce dentro de un contexto complejo que se ha vuelto de amplia relevancia conocer. Es importante saber que la realidad de las personas que ejercen el sexo servicio está llena de matices y existen al menos tres posibilidades cuyas características son particulares y merecen menciones y capítulos aparte:


1.-Se producen conductas criminales (como la trata de personas) Forma parte de los delitos sexuales y debe abordarse dentro del marco legal correspondiente, no puede llamarse trabajo sexual aún cuando también existen clientes que consienten estas prácticas pues ellos y ellas también incurren en un delito, lo sepan o no.

2.-Se ejerce el trabajo sexual debido a falta de opciones, a la pobreza o desempleo. Muchos sexoservidores han mencionado en este rubro: "No es dinero fácil, es dinero rápido", 

3.-Se ejerce como resultado de una elección personal producto de su consentimiento libre e informado. La libertad implica asumir las respuestas de las elecciones tomadas, asumiendo los riesgos que corresponden conscientemente.
Es del segundo y tercer rubro del que escribo estas líneas hoy...

Una trabajadora o trabajador sexual es una persona adulta en pleno ejercicio de sus facultades que sin coacción por parte de terceras personas para ejercer esta actividad ofrece un servicio sexual con fines de lucro. El término a veces se emplea como sinónimo de sexoservicio y aunque la mayoría de los escritos al respecto incluyen al definir como "trabajador sexual" a individuos que realizan actividades sexuales, existen otras relacionadas con la industria del sexo como bailarines de striptease, operadoras de líneas eróticas, videollamadas o páginas de internet, actores y actrices que aparecen en las diferentes formas de expresión gráfica de la sexualidad y dominatrices profesionales.

El trabajo sexual es un derecho por reconocer y está sumergido en la discriminación social y laboral y se caracteriza por prejuicios, la pobreza y la falta de oportunidades en el mercado de empleo formal, entre otros aspectos–, el trabajo sexual se ha convertido en una opción de subsistencia para hombres, mujeres y personas de la comunidad lésbica, gay, bisexual, transexual, transgénero, travestista e intersexual. Sin embargo, la ausencia de normas que reconozcan esta práctica como un trabajo permite la existencia de políticas públicas que lo criminalizan y reprimen, elevando con ello la vulnerabilidad de quienes lo ejercen.

Consecuentemente, en nuestro país esta condición se ha convertido en un obstáculo que impide el pleno ejercicio de los derechos de las y los trabajadores sexuales, lo cual se ha materializado en una violencia institucional que se ejerce por parte de la policía, por distintas instancias públicas –entre ellas las de salud–, e incluso por el Poder Judicial.

Otra grave vulneración tiene que ver con la carencia de servicios de salud adecuados para tratar y prevenir infecciones de transmisión sexual y de alta exposición como el virus de inmunodeficiencia humana (vih). Hay que añadir por igual las posturas divergentes sobre el trabajo sexual, ya que actores políticos, académicos y sociales discuten si ésta es una actividad que debe ser abolida, regulada o simplemente ser vista como una manifestación del derecho a la autodeterminación y continúan sin nombrar al cliente como parte importante en el mantenimiento de esa actividad a nivel global.

Las autoridades deben ofrecer opciones reales de educación sexual integral a TODA la población, así como capacitación y empleo para las y los trabajadores sexuales que quieran y decidan libremente retirarse de esta actividad; mientras que para quienes por decisión propia opten por continuar ejerciéndola, ésta debe ser reconocida como un proyecto de vida que se ha de dignificar a través de políticas y programas institucionales de seguridad social, salud, educación y condiciones dignas de empleo, como ya se realiza en ciertos lugares en México y otros países. En este tema la sociedad también juega un papel primordial, dado que los prejuicios morales y culturales generados en su seno fortalecen el rechazo social hacia quienes ejercen el trabajo sexual; por lo tanto, cabe reflexionar sobre el derecho que tiene cada persona a elegir libremente su forma de vida y sobre la responsabilidad del Estado para que ésta se lleve a cabo dignamente.

Recuerda que con información y educación, la salud sexual también se transmite. Tus acciones y actitudes educan, revísalas.

Mayra A. Pérez Ambriz -Médica Sexóloga Clínica-

Citas al 5591308643 o al WhatsApp: 5516998106

 Referencias

CNDHDF (2011) Trabajo Sexual: un derecho por reconocer. Num 1 Año IX. www.cdhdf.org.mx

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