Educación Sexual
En la enseñanza de la sexualidad, hay factores fundamentales que deben ser considerados básicos e integrales al momento de incorporarlos en los procesos de aprendizaje, estos son los factores psicológicos, biológicos y los sociales. A su vez, estos deben considerar los aspectos cognitivos, emocionales, la diversidad e condicionantes físicas y sociales. Dichos factores, en conjunto con los aspectos citados, deben de facilitarse de forma transversalizada, basados en información científica, para brindar a su vez conocimientos empíricos, habilidades, actitudes y valores que proporcionen el razonamiento, entendimiento y aceptación de una sexualidad sana y saludable, para que ésta sea vivida desde el bienestar y la dignidad, de acuerdo a los patrones y valores familiares y sociales predominantes en cada cultura.
La finalidad es brindar los conocimientos mínimos necesarios a niñas, niños, adolescentes y jóvenes de sus derechos sexuales y reproductivos, generar y propiciar el autocuidado y autoconocimiento, prevención de conductas de riesgo y situaciones de violencia y/o agresiones de índole sexual, así como del goce y disfrute de una sexualidad libre de mitos, tabúes e ideologías, mismos que no permiten vislumbrarla de forma saludable, con bienestar y dignidad, sobre todo con respeto su propia sexualidad. Generando, a su vez, la conciencia en la toma de decisiones con una perspectiva que les permita entender y acompañar el bienestar propio y de otras personas, con dignidad y empatía.
Actualmente existen infinidad de lugares para obtener información acerca de la experiencia de la sexualidad, muchos de ellos basados en mentiras, mitos tabúes y falacias, situación que puede dejar datos confusos, erróneos y contradictorios sobre la sexualidad. Curiosamente, este excedente de información ha llevado a un incremento en la demanda de más información, es cuando llegan, en algunos casos, a información confiable, científica y verás. En este punto, cabe mencionar que la educación de la sexualidad brindada de forma integral, responde a esta demanda, generando un empoderamiento de los conocimientos mínimos necesarios acerca del tema. Además de ser preventiva no sólo en aspectos como embarazos no deseados o infecciones de transmisión sexual, también en desigualdades basadas en la violencia de género o cualquier tipos de "fobias" relacionadas a la expresión del mismo, considerando estos y otros factores riesgos para la salud y el bienestar. De igual forma, la educción integral de la sexualidad deficiente o inexistente, expone a niñas, niños y adolescentes a una situación de vulnerabilidad frente a conductas de riesgo, violencia e incluso explotación sexual, pues no está presente el conocimiento que permita identificar este tipo de conductas de riesgo.
Una educación basada en los derechos humanos, equidad de género, relaciones sexuales, derecho al goce y placer, la reproducción, las conductas sexuales de riesgo y la prevención de infecciones o enfermedades, hablado de forma clara, con información científica, desmitificada, considerando los valores de respeto, inclusión, equidad, empatía, responsabilidad y reciprocidad, facilita el autocuidado y la propia atención que debe ser característica de las enseñanzas de vida desde la niñez temprana.
Psicólogo y Sexólogo Jonathan Altamirano
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Col. del Valle, CDMX