Embarazo y Sexualidad

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Durante el embarazo, el juego de hormonas puede propiciar dos circunstancias importantes en torno al deseo sexual: o se tienen deseos constantes o surge todo lo contrario y el común denominador son las dudas que surgen al respecto.

Podríamos comenzar aclarando que, con respecto al deseo, ambas respuestas son muy comunes e igual de importante el atenderlas, por lo tanto no debe generar situaciones de alerta ni de inseguridad mencionarlas. Para tal efecto, la comunicación en pareja en indispensable.

Al inicio del embarazo, después de la confirmación y aceptación del mismo, suele ocurrir que la pareja comience a relajarse por la noticia, propiciando que facilite el encuentro sexual o la evitación del mismo, en este último ejemplo, se da ya sea por fatiga y/o las molestias comunes de dicho estado, como náuseas, vómito o temores infundados, la mayoría irreales. Algunos cambios fisiológicos tampoco ayudan a la expresión de la sexualidad, tales como la hipersensibilidad generada en los pechos y, en otros casos, la incomodidad que propicia la salida de calostro. También, la distensión de los músculos del piso pélvico, es un factor para la baja de deseo sexual. Por otro lado, el aumento de sangre en el área pélvica, principalmente alrededor del clítoris, ocasiona una mayor sensibilidad, por lo tanto aumenta la sensación de placer, propiciando en algunas mujeres un deseo sexual mayor.

En ese sentido, algunas investigaciones mencionan que no existen motivos hormonales por los cuales la libido o el deseo sexual tiene que ser más baja durante la gestación. La realidad es que no existe riesgo alguno de mantener relaciones sexuales si no existen eventualidades o circunstancias que alteren el embarazo.

Suele ocurrir que, al pasar al segundo trimestre de embarazo, la futura madre puede dejar de lado los miedos que saturan el pensamiento de ideas erróneas de lastimar al bebé y circunstancias similares, añadiendo que el vientre aún no es demasiado grande y, por lo general, la mayoría de los síntomas mencionados, han casi desaparecido.

También está la posibilidad que, al sentir los movimientos del bebé, algunas mujeres vuelvan a experimentar preocupación por la vida sexual, generando de nuevo una baja en el deseo, es más muchos de los conflictos sexuales durante el período de gestación provienen del miedo de dañar al bebé, dicho sentimiento lo experimentan tanto hombres como mujeres, es por ello que la comunicación dentro de la pareja se vuelve fundamental en durante este (y todos los demás) períodos, así como la información, pues la penetración no es causa de aborto ni parto prematuro. Citando al obstetra francés Michel Odent, la segregación de endorfinas y los vaivenes de las contracciones uterinas resultan placenteros para el bebé.

En el caso de que exista amenaza de aborto, parto prematuro, placenta previa o cualquier circunstancia que ponga en peligro el embarazo, suele recomendarse no tener penetración durante las relaciones sexuales, y se pueden detallar las prácticas eróticas que si pueden llevarse a cabo.

Conforme el embarazo llega a término, algunas parejas también deciden no tener actividad sexual por miedo a que adelante el parto por las contracciones que genera el orgasmo. Cabe aclarar que, en comparación con las contracciones de parto, son mínimas, dejando de lado completamente la posibilidad de adelantar el nacimiento del bebé. Como no daña, pues tampoco ayuda en ello, esta idea surge a partir de las prostaglandinas que se encuentra en el semen, mismo que ablanda el músculo uterino y lo preparan para las contracciones, sin embargo, la cantidad es muy pequeña y no es lo suficiente para que ello ocurra. Algo en lo que si puede apoyar la actividad sexual, es para distensar a la madre y por lo tanto al bebé.

En resumen, dentro de la pareja debe existir el común acuerdo de tener actividad sexual durante el embarazo, puede o no, como muchas veces lo hemos expresado, existir penetración y, en caso de aceptar que exista, debe de buscarse la que sea más cómoda para ambos y que no genere incomodidad.

La actividad sexual no afecta en absoluto, aunque si puede existir baja o aumento del deseo durante este período, para ello, a medida que crece el abdomen, es necesario encontrar nuevas posturas y formas de compartir la sexualidad en pareja y esta siempre debe ser en la que, como pareja, se sientan más cómodos.

Emilio Santos:
"El acto sexual mueve las mismas hormonas, la misma atmósfera de cariño e intimidad, las mismas posturas y la misma necesidad de abandonarte en manos de tu cuerpo para dejarte llevar. Por ello, puede ser una buena parte de tu preparación al parto particular."

Psicólogo y Sexólogo Jonathan Altamirano

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