El estudio del suicidio desde una perspectiva de género, ya se haga explícita e intencionalmente o no, se ha llevado a cabo desde dos grandes perspectivas teóricas y metodológicas. La primera es un enfoque epidemiológico de tipo positivista, mientras la segunda intenta una comprensión compleja del fenómeno con apoyo en la sociología, la antropología y la salud colectiva.
Como resultado de la aproximación epidemiológica positivista, se han establecido diferencias en los métodos de suicidio empleados por hombres y mujeres, así como en los factores de riesgo para unos y otros. Mientras las mujeres* emplean más el envenenamiento y el consumo de medicamentos, los hombres se valen de métodos más letales, como el ahorcamiento, los objetos punzantes y la defenestración.
Para los hombres*, constituyen factores de riesgo: el consumo de alcohol, la impulsividad, las disputas familiares por la posesión de la tierra y la escasez de ingresos, necesarios para sostener económicamente a la familia.
En el caso de las mujeres*, el suicidio constituye una salida al sufrimiento debido al abuso sexual, la violencia de género, el estrés ocasionado por la doble jornada laboral y el poco tiempo libre, así como la dependencia económica del hombre. Pese a estos elementos, un factor protector para las mujeres* es el hecho de que tienden a buscar y pedir ayuda con más frecuencia.
La tasa de suicidio en hombres* es cuatro veces mayor en todos los países de la Unión Europea. ¿Se pueden analizar estos datos desde un enfoque de género? Habría que indagar en los orígenes, lo profundo de la tradicional socialización de género que reprime actitudes, comportamientos, etc. que no se ajustan a los roles o estereotipos establecidos.
La masculinidad hegemónica identifica a los hombres* con la actividad y el control. "Se da una necesidad y presión constante para demostrar que se está ajustado al modelo: joven, adulto, heterosexual, blanco, fuerte, con éxito económico, social profesional y sexual", explica Sánchez (en Piñon, 2021). Pero si esta orientación hacia lo exterior, la racionalidad y la dominación de espacios otorga privilegios, también deja huecos. "Hay un gran vacío respecto al manejo de habilidades emocionales, y de acompañarse a sí mismos en momentos de dificultad sin reprimir emociones y pidiendo ayuda, y cuando los hombres* van a su consulta médica y expresan malestar se tiende a animarlos, a apelar a su fuerza, a su valentía… y se medicalizan mucho menos sus síntomas".
A continuación otros resultados:
Adultocentrismo
Se han explicado los intentos de quitarse la vida por parte de jóvenes a partir de la vivencia del maltrato, el rechazo a la imagen corporal, el estrés de vivir en zonas dominadas por la violencia social, así como la falta constante de empleo.
Capitalismo
De un modelo que garantizaba el empleo y los salarios fijos se pasó a la competencia empresarial, la movilidad tras las fuentes de empleo y la precarización general de la vida. Con ello, la frustración, la desesperanza y la incertidumbre pasaron a ocupar un lugar explicativo de las tasas de suicidio.
Violencia de género (generismo)
La relación existente entre suicidio y violencia de género es una realidad ignorada
El maltrato es la causa del 25% de los intentos de suicidio de las mujeres*
La violencia de género del hombre sobre la mujer constituye la principal razón para que las últimas intenten quitarse la vida.
El modelo de masculinidad hegemónica imperante conlleva que los hombres* tengan una enorme carencia en el manejo de las habilidades emocionales
En el caso de los hombres*, y a partir de los roles tradicionales que han asumido como legítimos, las principales causas de suicidio encontradas son: las frustraciones y emociones negativas que se derivan de la incapacidad para ocupar cargos más remunerados, los conflictos con los padres por el reparto de la tierra y la falta de dinero para cubrir las necesidades de la familia.
Sexismo
Es recurrente la utilización de las categorías hombre y mujer. Ambas categorías se entienden a partir de un conjunto diferenciado de roles y expectativas pautados y reproducidos socialmente por ambos: género.
*Lo anterior, en absoluto quiere decir que los factores de riesgo para un sexo y/o género se excluyen de serlo para todas las personas.
Barroso, A. (2019) Comprender el suicidio desde una perspectiva de género: una revisión crítica bibliográfica. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. 39(135).
Haraway, D. J. (1995). Manifiesto para cyborgs. Centro de Semiótica y Teoría de Espectáculo.
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